“La peñascosa pesadumbre estable
Ni se derrumba ni se precipita,
Y dando a tanta sigla eterna cita
Yergue con altivez hisopo y sable.
¡Toledo!
Al amparo del nombre y su gran ruedo
-Toledo. ‘quiero y puedo’.
Ya en torno a la figura de Alfonso VI, surge en Cantar del Mío Cid, que ya retrata Toledo como el refugio de Alfonso derrotado por su hermano Sancho y en épocas posteriores, en Cantar de Roncesvalles (s.XIII) también ofrece a la ciudad como exilio forzoso para Carlomagno, sin olvidar la contribución a la historia del Décimo Alfonso, con la recopilación de La Crónica General, primer resumen histórico del pasado de España.
Don Juan Manuel, uno de los principales representantes de la prosa medieval, centró uno de los capitulos de su principal obra (El Conde Lucanor) : "Historia del Deán de Santiago y el mago de Toledo"
El Arcipreste de Hita cita Toledo tres veces en su Libro del Buen Amor.
También es en Toledo donde se gesta la primera novela picaresca, Vida de El Lazarillo de Tormes, puesto que el autor da muchos detalles de la ciudad, su gente, los pueblos y costumbres:
Tras pasar aventuras en Escalona, Torrijos y Maqueda, con la herida en la cabeza aún fresca, el protagonista dio en Toledo con la ronda de Pan y Huevo, que habrá de socorrerle tres o cuatro días. Con el alba rondaba por mercados de abastos y por Zocodover donde conoció a un hidalgo que habría de ser su nuevo amo. Entró a oir misa "a la Iglesia Mayor" por la Puerta del Reloj y salió por la Puerta de los Leones, que aún no habían nacido. La obra discurre así, en varios pasajes por la ciudad imperial.
Miguel de Cervantes, también hace referencia a Toledo en muchas obras, como Rinconete y Cortadillo, La Galatea, El Licenciado Vidriera.
En Alcaná de Toledo adquiere el famoso cartapacio con el texto árabe con las aventuras de Don Quijote, del que dice ser mero traductor... Su novela ejemplar La ilustre fregona ofrece viva descripción del ambiente pintoresco de la toledana Posada del Sevillano donde se sitúa la acción, siendo el lugar identificado en el fondo de la calle que lleva el nombre del escritor, y en cuyo arranque, debajo del Arco de la Sangre, se colocó recientemente su figura en bronce. De Los Trabajos de Persiles y Segismunda provienen los versos más citados que Cervantes dedica a Toledo, esa "peñascosa pesadumbre, gloria de España y luz de sus ciudades".
También el Quijote apócrifo, el de Avellaneda, libro pastiche del gran original, publicado en 1614, acaba en Toledo, ya que el protagonista es encerrado en lo que hoy llamaríamos hospital psiquiátrico, el Nuncio Viejo.
Tirso de Molina , otro autor español importante,empieza en Toledo su creación teatral, y firma primeros contratos de obras para representar.
Entre 1611 y 1616 reside nuevamente en Toledo y compone La Villana de la Sagra, La Ninfa del Cielo, y las tres partes de Santa Juana, sobre una monja clarisa de Cubas, considerada santa por la gente, aunque nunca llegara a ser canonizada por el Vaticano.
La más toledana es su obra en prosa Cigarrales de Toledo, que inmortaliza estas fincas de recreo y residencia veraniega.
Probablemente en Toledo nace la primera versión del El burlador de Sevilla y convidado de piedra, origen del universal mito de Don Juan. En el Corpus toledano se representa su Auto sacramental Los hermanos parecidos, aprovechando la existencia de dos actores gemelos de Valencia para representarlo. En el corral del Mesón de la Fruta se estrena la comedia Don Gil de las calzas verdes.
El gran dramaturgo, Pedro Calderón de la Barca, también residía en Toledo cuando obtuvo la capellanía de los Reyes Nuevos en 1653, tiempo que aprovechaba para escribir autos y comedias, trasladándose frecuentemente a Madrid, para cuidar su puesta en escena.
Quevedo también solía venir a Toledo, ciudad que aparece en el Buscón, novela picaresca publicada en 1626, cuando don Pablos, mal parado en varias desventuras, por amor una farandulera entra en una compañía de cómicos, como actor y luego autor de comedias en Toledo.
También Lope de Vega residió un tiempo en Toledo, como secretario del marqués de Malpica, y sus obras se representaban en el Mesón de la Fruta y con una localidad toledana está vinculada la obra Peribáñez y el Comendador de Ocaña.
Antes y después de su destierro, también pasó largas tempordas en la ciudad a orillas del Tajo.
Gustavo Adolfo Bécquer pasa en Toledo los años que siguen al derrocamiento de Isabel II.
De su proyectada gran obra, Historia de los templos de España, sólo se publica el primer tomo, el correspondiente a Toledo. Fruto de sus tres primeras visitas es la leyenda Tres fechas.
El año de su propia boda, 1861, publicó La ajorca de oro, tan relacionada con la Virgen del Sagrario. La iglesia de San Pedro Mártir inspiró la leyenda de El beso. La rosa de la pasión y El Cristo de la Calavera recogen tradiciones toledanas más antiguas.
Benito Pérez Galdós en Toledo encontró el escenario idóneo para el desarrollo de algunas novelas, como El audaz (1871), Los Apostólicos (1879), Un faccioso más y algunos frailes menos (1879) y Ángel Guerra (1891).
Para elaborar esta última novela pasó largas temporadas en Toledo, asesorado por el famoso cervantista Navarro Ledesma y el gran pintor de Toledo, Ricardo Arredondo.
También Federico García Lorca vino varias veces a Toledo, invitado por el doctor Gregorio Marañón. En el "Cigarral de Menores" leyó Bodas de sangre antes de su estreno y más tarde Yerma.
A pesar del carácter bastante lúdico y divertido de sus visitas, la impronta de Toledo quedó patente en sus obras posteriores. De la filmografía de Buñuel baste citar Tristana, enteramente rodada en la ciudad.
Toledo y sus personajes siguen inspirando las novelas del siglo XXI: La Comunera: Maria Pacheco, una Mujer Rebelde, de Toti Martínez de Lezea, Azarquiel, el astrónomo de Toledo, de Mariano Calvo, Maestro Theotocopuli, de Mariano Serrano Pintado, Veinte años y un día, de Jorge Semprún, por mencionar sólo algunos.
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