(Vista de Toledo, el Greco)
Doménikos Theotokópoulos (El Greco) es considerado el primer genio de la pintura española.Recibió una gran influencia de dos de los grandes maestros del renacimiento. Asimilando el colorido de Tiziano, y la composición de las figuras y la utilización de espacios amplios y de gran profundidad, de Tintoretto. La influencia de la obra de Michelangelo Buonarroti es evidente en su Piedad (1572).
El estudio de la arquitectura romana reforzó el equilibrio de sus composiciones, que con frecuencia incluyen vistas de edificios renacentistas. En Roma conoció a varios españoles que le persuadieron para que viajara a España. En 1577 llegó a Toledo y pronto recibió el primer encargo de la iglesia de Santo Domingo el Antiguo y se puso a trabajar en La Trinidad (1579). La labor de El Greco como retratista fue muy significativa. Uno de los máximos exponentes de esa labor es el famoso cuadro El caballero de la mano en el pecho (1584).
Trabajó también para la catedral de Toledo:
El expolio (1579)
. En 1586 pintó una de sus obras maestras, El entierro del conde de Orgaz, donde evidencia el alargamiento de figuras y el horror vacui (pavor a los espacios vacíos), rasgos típicos de El Greco.
Su visión personal se asentaba en su profunda espiritualidad, de hecho, sus lienzos evidencian una atmósfera mística. El Greco gozó de una excelente posición en Toledo, donde recibió a miembros de la nobleza y de la elite intelectual, como los poetas Luis de Góngora y Fray Hortensio Félix de Paravicino, cuyos retratos pintó.
Pintó también algunos cuadros de la ciudad de Toledo, temas de la mitología clásica y del Viejo Testamento, como el de la obra inacabada que muestra la escena apocalíptica de El quinto sello del Apocalipsis (1608). Murió en Toledo el 7 de abril de 1614.
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(Vista y plano de Toledo 1608)
En los treinta y siete años que el Greco vivió en Toledo, su estilo se transformó profundamente. Pasó de un estilo italianizante en 1577 a evolucionar en 1600 a uno muy dramático, propio y original, intensificando sistemáticamente los elementos artificiales e irreales: cabezas pequeñas descansando en cuerpos cada vez más largos; la luz cada vez más fuerte y estridente, blanqueando los colores de los ropajes, y un espacio poco profundo con superpoblación de figuras, que dan la sensación de una superficie plana.
en sus últimos quince años, el Greco llevó la abstracción de su estilo hasta límites insospechables. Sus últimas obras tienen una intensidad extraordinaria, hasta el punto que algunos estudiosos buscaron razones religiosas, asignándole el papel de visionario y místico.
Fray Hortensio Félix Paravicino, predicador y poeta del siglo XVII español, escribió en un conocido soneto: "Creta le dio la vida, y los pinceles/ Toledo mejor patria, donde empieza/ a lograr con la muerte eternidades."
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